Hace unos días dijimos que estábamos perdiendo la guerra contra la pandemia. Los miles de muertos y de afectados por el coronavirus, hoy multiplicándose sin freno, así lo indicaban. Esta mañana nos enteramos que la Iglesia Católica, concurriendo a la lucha desde un inicio, pero desde diferentes frentes de batalla, ha decidido incorporarse institucionalmente a la guerra contra la muerte. El propio cardenal Pedro Barreto, que ayer nomás, al frente de los pueblos del valle del Mantaro, se enfrentaba a tirios y troyanos en busca de oxígeno para los hombres y mujeres que abarrotan los hospitales de Jauja y Huancayo, ahora lidera la iniciativa de "resucitar al Perú" para salir del callejón aparentemente sin salida en el que estamos metidos por el fracaso, ahora sin lugar a dudas, de la estrategia gubernamental de lucha contra el Covid 19.
La Iglesia Católica, por la palabra del Cardenal Barreto, asume que el gobierno del presidente Vizcarra está "desgastado", que hay que acudir a auxiliarlo. Y lo hace, afirma el prelado, llevando tras sus espaldas el apoyo de la ciencia, de la academia, de la empresa privada, y con el propósito de sumar a su propuesta al Estado, a los gobiernos regionales, locales, a las sociedad civil en su conjunto.
La alternativa de enfrentamiento a la pandemia, que lleva justamente el nombre de "Resucitar al Perú", está siendo examinada por la Asamblea Episcopal Peruana, la misma que luego de ser aprobada será inmediatamente puesta en conocimiento del presidente Vizcarra. Debe señalarse, además, que según lo declarado por el cardenal Barreto, esa propuesta va más allá de lo estrictamente sanitario, porque también enfila contra la corrupción, pero asimismo busca inyectar optimismo y espíritu de grupo donde haya echado raíces el desánimo, la indiferencia, el individualismo.
En medio de la crisis sanitaria y social, la propuesta de la Iglesia Católica es una especie de bocanada de aíre fresco. El gobierno del presidente Vizcarra, a pesar de la caída de su estrategia sanitaria, no hace sino dar vueltas sobre la misma, apelando, en su desesperación a la coacción, cuando lo que se necesita ahora es sobre todo persuasión, convencimiento,capacidad de gestión y de movilización para ir a la caza del virus, casa por casa, como recomiendan los médicos infectólogos.
La Iglesia Católica, bajo el mandato del Papa Francisco, en más de una oportunidad ha criticado el estado de cosas reinantes en el mundo bajo el imperio del capitalismo; y que con la pandemia actual ha devenido en un verdadero cataclismo para la humanidad, particularmente para los sectores más vulnerables. No llama por ello la atención que el Cardenal Barreto, pensando en la pospandemia considere que sería un suicidio el reconstruir la situación anterior. El Perú tiene que cambiar, ese es el espíritu de su disertación.
Los pueblos del Perú, desde sus propias perspectivas de cambio y conservando su espíritu crítico, deben asumir la tarea de conocer y discutir la propuesta que está enarbolando la Iglesia Católica; sin dejar ni por un minuto de aplicar todos los protocolos de seguridad sanitaria que salvaguarden la vida y la salud de los ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario