viernes, 28 de agosto de 2020

CACHUCA, EL SUBVERSIVO


 
Cachuca, el carismático líder de Los Mojarra, el cantaautor del otro Perú, cuyo destino se juega en los roquedales y arenales que ajustan y asustan a la vieja Lima, está peleando otra vez por su vida, el coronavirus no lo quiere soltar...
 
Si en el Perú decir la verdad es subversivo porque rompe con las visiones trasnochadas pero oficiales del devenir del Perú y sus ciudades, Cachuca o Hernán Condori, que es lo mismo, es un transgresor de esos pareceres conservadores. 
 
Porque lo que hace Cachuca es loar a esas poblaciones que algunos sectores consideran invasoras en su propio país, y que al margen del Estado le han dado dan vida y color al Perú, creando sus propias formas de enfrentarse a la dura, excluyente y represiva realidad oficial propulsada por el capitalismo en curso.
 
Con voz de hierro, comba, fuerza y sudor/Van doblegando al gigante piedrón/Golpe a golpe en un solo lugar/Con la certeza que será su hogar/Y el cerro se rinde ya, / a las manos del pueblo...canta Cachuca con "Sarita Colonia". Hasta el nombre de esta canción es irreverente. Es el nombre de la santa que no está en los altares de la iglesia oficial, pero que seguramente hace más milagros que los íconos religiosos titulares. Que lo digan las putas, los choferes de los micros, los delincuentes que se dibujan el rostro de la santa en sus brazos y pechos, los hombres y mujeres que se comen las uñas diariamente porque no hay otra cosa que comer.
 
Es el Perú nuevo que ha emergido en las últimas décadas, a golpe de comba. Desde la academia, José Matos Mar y Hernando de Soto le han reventado cuetes a ese Perú emergente. Ese otro Perú "dinamiza el cambio", escribió Matos. Es una fuerza llamada "a transformar la sociedad", ha dicho por su parte de Soto en su rollos sobre la informalidad.
 
Sin embargo, ambos autores no escapan de las reglas de juego vigentes. Finalmente el rumbo de esos pueblos estaría prefijado, no habría escapatoria a las coordenadas del Perú oficial. Otro era el parecer del desaparecido Alberto Flores Galindo, que desde la crisis de los años 80 le dio a esos pueblos emergentes, a sus prácticas organizativas y a su espíritu de lucha una trascendencia que rebasaba los marcos de lo establecido.
 
Debe quedar en claro que esas masas, provenientes del interior del país, de los tugurios y corralones de las vetustas urbes, al ocupar los espacios baldíos que rodeaban esas viejas ciudades, lo hacían al margen y en contra del Estado. Matos, habla del desborde de ese Estado. Sin agua, sin luz, sin escuelas, sin postas médicas, sin caminos.. y con la represión encima, esos pueblos lograron establecerse. Las claves de su éxito estuvieron en su espíritu de lucha y en su organización.
 
Es decir, demostraron al mundo que ellos eran capaces de trazar su propio futuro y organizar sus propias fuerzas. Cachuca lo revela en su canto. No son masas anárquicas. En la misma "Sarita Colonia", el trovador canta: De todas las razas y de todo color/Con sus mil creencias y modo de pensar/Van construyendo en asamblea local/Fin de semana, trabajo comunal/Sin dinero, para forjar agua y desague, pistas y demás/No se amilanan, aunque no hay lana/se autofinancian, con fondos propios/
 
Más allá de la democracia limitada y tramposa establecida en el Perú, esos pueblos insurgentes van creando sus propias formas democráticas, organizativas y de trabajo. Se mueven bajo otros parámetros, en los que es posible divisar la impronta andina del espíritu y labor comunal. Eso fue observado por Flores Galindo. "La gente organizada sabe que debe defenderse del Estado y también sabe reconocerse en metas y objetivos por los que luchar. Se abre un espacio que puede ir más allá de lo inmediato y encontrarse con las utopías", escribió. (Tiempo de plagas).
 
Cachuca también escribió desde la crisis de los 80. Su canto emerge desde el tremendo desmadre económico y social de esos años. Lo canta en "Triciclo Perú": Los micros están repletos/La gente se apresta a trabajar/Obreros, empleados/Doctor, enfermera y hasta un capitán/Van mirando sus relojes/Mientras el microbusero/Impulsa esos pistones/ llamado Perú/
Pero Cachuca o Condori, al igual que los pueblos emergentes no pierde la chaveta, no pierde la fe de la esperanza: Todos a la cima/todos quieren llegar/No importa el camino/Todos van a llegar a la cima/ ¡Felicidad!. Empleando sus propias palabras, "muchos zapatos vamos a gastar", pero llegaremos.
 
En la crisis que vivimos, pareciera que no hay final. Así se pensaba en los 80. El canto de Cachuca como la de otros trovadores del pueblo era un un aliciente para no caer víctimas del desánimo. Por eso es que hacer fuerza para que Cachuca o Condori pueda salir del delicado trance de salud en que se halla, es también una invitación a reencontrarnos con ese otro Perú ninguneado y detestado. Allí están las verdaderas fuerzas en las que debemos apoyarnos para hacer frente a la pandemia; pero asimismo, ahí están las fortalezas que en algún momento lograrán voltear la tortilla. Cachuca es un subversivo, nosotros también debemos serlo. Las circunstancias nos obligan a defender la vida contra la muerte, pero también a reencontrarnos con las utopías, como lo señalaba Flores Galindo.
 
Puente Piedra, agosto de 2020

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